La intervención y apoyo a personas con TEA debe tener en cuenta la heterogeneidad e individualidad de cada persona dentro del espectro.
Sin embargo, para que la intervención tenga éxito, sí podemos tomar como principios básicos:
– 𝕀𝕕𝕖𝕟𝕥𝕚𝕗𝕚𝕔𝕒𝕣 𝕝𝕒𝕤 𝕟𝕖𝕔𝕖𝕤𝕚𝕕𝕒𝕕𝕖𝕤 𝕖 𝕚𝕟𝕥𝕖𝕣𝕖𝕤𝕖𝕤 𝕕𝕖 𝕔𝕒𝕕𝕒 𝕡𝕖𝕣𝕤𝕠𝕟𝕒: la individualización del plan de intervención es imprescindible y debe estar centrada en la persona y su entorno.
– 𝕃𝕒 𝕖𝕤𝕥𝕣𝕦𝕔𝕥𝕦𝕣𝕒𝕔𝕚ó𝕟: favorecer un entorno predecible y organizado. Estructuramos tanto el medio físico, como las actividades, el tiempo…
– 𝔸𝕟𝕥𝕚𝕔𝕚𝕡𝕒𝕔𝕚ó𝕟 𝕪 𝕦𝕥𝕚𝕝𝕚𝕫𝕒𝕔𝕚ó𝕟 𝕕𝕖 𝕒𝕡𝕠𝕪𝕠𝕤 𝕧𝕚𝕤𝕦𝕒𝕝𝕖𝕤: clarifica y aporta significado de la situación.
– 𝔼𝕟𝕤𝕖ñ𝕒𝕟𝕫𝕒 𝕡𝕠𝕤𝕚𝕥𝕚𝕧𝕒: debemos partir de los intereses y realizar un aprendizaje sin errores o minimizándolos, potenciando las fortalezas propias y el estado de bienestar.
– Debemos 𝕡𝕣𝕠𝕞𝕠𝕧𝕖𝕣 𝕪 𝕗𝕒𝕔𝕚𝕝𝕚𝕥𝕒𝕣 𝕝𝕒𝕤 𝕙𝕒𝕓𝕚𝕝𝕚𝕕𝕒𝕕𝕖𝕤 𝕪 𝕣𝕖𝕝𝕒𝕔𝕚𝕠𝕟𝕖𝕤 𝕤𝕠𝕔𝕚𝕒𝕝𝕖𝕤: Incorporar la interacción progresivamente y de manera motivante.
– 𝕋𝕖𝕟𝕖𝕣 𝕖𝕟 𝕔𝕦𝕖𝕟𝕥𝕒 𝕖𝕝 𝕡𝕖𝕣𝕗𝕚𝕝 𝕤𝕖𝕟𝕤𝕠𝕣𝕚𝕒𝕝 𝕪 𝕗𝕒𝕔𝕚𝕝𝕚𝕥𝕒𝕣 𝕝𝕒 𝕒𝕦𝕥𝕠𝕣𝕣𝕖𝕘𝕦𝕝𝕒𝕔𝕚ó𝕟: los sistemas sensoriales son claves en la intervención, puesto que en la mayoría de personas presentan alguna alteración sensorial (hiper/hiposensibilidades) que pueden facilitar o dificultar el proceso.
Aunque la infancia sea un momento clave para la intervención, las personas con TEA pueden necesitar apoyos a lo largo de toda su vida, por lo que en 𝐋𝐮𝐝𝐨𝐜𝐫𝐞𝐚 pensamos que una intervención especializada con el objetivo de ayudar en las dificultades (independientemente de la edad) y fomentar la calidad de vida es indispensable.
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